Gritos en la oscuridad

La luz del velador combatía la penumbra, dándole opacos colores a las violentas siluetas. El desafinado piano ayudaba a relajarme un poco, aún en esta silla en la que estoy atado; mas tus gritos sofocan la noche, silencian el piano y aceleran mi pulso.

Te azota de nuevo y caes, te desplomas sobre la cama. Él se acerca a mi y empieza a desatarme. Mientras te veo allí, desnuda, tendida; el tiempo se enlentece, las palpitaciones aparecen y mis nervios se crispan de sólo pensar lo que va a pasar.

Violentamente me asalta una idea, me interrumpe, me deja sin sentido y me pierdo segundos, que parecen minutos. Me ve distraído y se estremece en la cama.

-¿Qué pasa, no venís? - pregunta con voz melosa
-Perdoná, me colgué.
-¿Pasó algo?
-De repente me pregunté, ¿Cómo lo hará la gente normal?

 Los tres nos empezamos a reír.